Una Tortuga Llamada Banorte

Gerardo Romo |CVN

Si pretendes asistir a Banorte a realizar algún trámite debes poner a prueba tu paciencia y dejarlo todo para poder cumplir tu cometido de pagar una deuda, cambiar un cheque o simplemente hacer un trámite.

"Fui a Coppel, alcancé ir a comprar una ropa a García, fui al mandado al mercado, regresé y pasaron más de dos horas para que me atendieran luego de que me dieron mi turno electrónico", relató Alejandrina.

Pero ella para no perder el tiempo dejó esperando en la fila a su madre, una señora de 82 años que salió harta de su estancia en el banco.

"Mi hija se fue a hacer sus cosas pero yo me tuve que quedar, este servicio es una basura", dice la madre de Alejandrina, ambas tardaron 130 minutos para poder hacer un pago.

Este día posterior al puente del 20 de noviembre la sucursal de este banco de dueños regiomontanos se vio rebasado.

Sus 28 sillas rojas que distribuuyen en el pasillo central donde la gente espera turno resultaron insuficientes, había gente de pie, desesperada, otros lograron sentarse en la escalinata que lleva a las oficinas privadas en un segundo piso.

"Yo me tuve que quedar más de dos horas para pagar la tarjeta de crédito y sigo aquí, pero si no pago hoy que se vence mi tarjeta de crédito el banco me cobra muchos intereses, por lo menos 500 pesos", señala otro cliente.

A la entrada principal del banco hay una joven que recibe a los clientes y les pregunta el trámite que pretenden realizar.

"Hoy hemos atendido a 600 personas, cuando en un día normal se atienden a unos 300", informa. Por eso hoy el banco atiende a una velocidad similar a la de una tortuga embarazada.

En el escritorio 14, una anciana con reboso y lentes pregunta a un ejecutivo si alcanza aún a depositar un dinero.

El hombre de lentes y corbata que deambula de un escritorio a otro por fin se sienta frente a ella y le dice "Ya se le pasó el tiempo", no dice más y la anciana se retira. La mujer esperó más de 70 minutos para ésa respuesta.

En la ventanilla 5 hay un hombre poseído por la neurósis. Se queja de que un policía dentro del banco le tiró su lap top de 22 mil pesos.

"Todo mundo vió pero nadie dice nada, todo mundo vió pero nadie dice nada", reclama, mientras tras la ventanilla, sentado, incólume, un cajero bien peinado, de corbata y joven escucha los reclamos del cliente sin decir nada.

El hombre que reclama porque en el banco le estropearon su lap top mientras esperaba turno durante más de 80 minutos, sale encabronado señalando que el policía que le tiró su computadora al piso nadie dice nada porque en Zacatecas "la gente le tiene miedo a la autoridad".

 En los pasillos mientras la espera continúa entre turnos que van del B10 al P 20 o el G 191 que se muestran en una pantalla en el frente de la sucursal, un niño hace su tarea de primaria mientras su madre espera ser atendida.

"No puede ser que se tarden tanto, este sistema digital no es más confiable que el trato cara a cara, no es posible que se tarden tanto", reclama una mujer sentada a la mitad de las sillas de espera desplegadas en el pasillo central de la sucursal a una de las ejecutivas del banco.

Y mientras tanto, los clientes, los seres humanos que a diario acuden a Banorte, esperan que en esta institución bancaria encuentren la manera de agilizar el servicio, para que la estancia sea rápida, ágil y que no se concluya con la frase de "se arregló que no se pudo".